jueves, 1 de agosto de 2013

El destino de un hijo


Cuando pensamos en nuestros hijos podríamos decir muchas cosas hermosas que rápidamente vinieran a nuestra cabeza, viajaríamos sin dudarlo por nuestra imaginación y recordaríamos momentos especiales compartidos con ellos, pero porque no ir más allá de lo que nuestra mente permita, personalmente les diría lo siguiente:

Por un momento visualizaremos un barco, el mismo estará en su puerto su lugar muy seguro, protegido por su ancla del fuerte oleaje y las diversas tempestades, éste barco estará a la espera de ir a la mar porque para ello fue creado, dejará su lugar seguro y saldrá a cumplir todos los riesgos y travesías que le tocará pasar.

Casi siempre pensamos que seremos por siempre el puerto seguro de nuestros hijos y nos olvidamos de enseñarles como navegar y que encuentren su propio lugar donde deberán ser felices, convencidos y seguros que en otro momento deben ser ellos puerto para albergar a otras personas. No puedes escribir el destino de tus hijos pero si darle una mochila repleta en valores para que puedan ponerlos en práctica cuando les sea necesario.

Como avancen en su travesía el barco se irá yendo por distintas rutas, cruzará diferentes caminos y encontrará otros puertos. Pero en cierto momento éste siempre va regresar a su puerto original fortalecido por todo ese recorrido que vivió, enriquecido por todas las rutas que tuvo que cruzar. Pero lo más gratificante será que a su regreso lo esperan las personas que lo vieron partir y que con alegría lo verán regresar.

Los hijos son así y los padres somos el puerto seguro, hasta que ellos decidan volverse independientes y estén listos para salir a su propio destino. Por más seguridad que le brinden sus padres, ellos nacieron para navegar los mares de la vida, asumir sus riesgos y enfrentar sus propios retos, llevándose en ellos el ejemplo de los padres y todos las enseñanzas que ellos les han brindado; con eso saldrán en busca de su felicidad, aquella que determine sus vidas pero como no hay felicidad heredada o transmitida, su felicidad será una conquista personal.

Es completamente difícil soltar las amarras y ver partir a un hijo, pero el mayor regalo de amor que puede dar un padre es la autonomía.

Buen viaje hijo mío!
hijo abrazado

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